El gobierno encabezado por Claudia Sheinbaum dio a conocer una nueva iniciativa en favor de los trabajadores del sector educativo, entre ellos los maestros, al disminuir la edad mínima para acceder a la jubilación. Esta medida fue anunciada oficialmente el 23 de junio durante una conferencia matutina y se oficializó mediante un decreto gubernamental.
La propuesta establece que, a partir de 2025, los hombres podrán jubilarse desde los 57 años y las mujeres desde los 55. Con el paso del tiempo, estas edades disminuirán gradualmente hasta alcanzar los 55 años para hombres y 53 para mujeres. El objetivo de esta reforma es permitir que los trabajadores disfruten de su retiro en condiciones justas, reconociendo los derechos adquiridos durante su trayectoria laboral.
En la actualidad, la Ley del ISSSTE fija la edad mínima de jubilación en 58 años para los hombres y 56 para las mujeres, aunque se anticipa que estas edades podrían incrementarse si no se hacen ajustes. La nueva disposición busca ofrecer un retiro más accesible y digno a quienes han entregado su vida al sector educativo en México.
Al leer sobre esta nueva medida que adelanta la jubilación para los trabajadores del sector educativo, no pude evitar sentir un nudo en la garganta. Pienso en todos esos maestros y maestras que he conocido a lo largo de mi vida: personas que han entregado su energía, su tiempo, su paciencia y hasta su salud por formar a otros. Muchos de ellos trabajaron hasta el último día con el alma cansada, con dolores que se vuelven parte del cuerpo, y aun así, con el corazón firme en la enseñanza.
Esta noticia me llena de esperanza. Saber que, a partir de 2025, los docentes podrán retirarse un poco antes, me hace creer que finalmente se está reconociendo su entrega. Que por fin se está entendiendo que no todo en la vida debe ser sacrificio hasta el límite. Que el descanso también es un derecho, y no un privilegio al que pocos llegan con buena salud.
Me emociona pensar en esas maestras que podrán disfrutar de sus nietos, de un amanecer sin prisa, de un café sin el peso de una jornada interminable. Me conmueve imaginar a esos maestros que tal vez ahora sí podrán retomar una pasión olvidada, leer por placer, viajar, o simplemente descansar… sin culpa.
Este cambio no solo representa una reforma laboral; representa dignidad. Representa un pequeño acto de justicia para quienes han cargado con la formación de este país durante décadas. Y ojalá no sea el último.
Porque cuando cuidamos a quienes nos enseñaron, también estamos construyendo un México más justo, más agradecido y más humano.